Sunday, March 30, 2014

Breve ensayo para entender la tristeza

Todos sentimos, alguna vez, tristeza. Quizá con la melancolía adherida a la piel como un abrojo cuando miramos aquella vieja foto veraniega en la cual nos veíamos jóvenes, despreocupados, pletóricos y, por qué no, más delgados  y sin arrugas; cuando escuchamos aquella canción melosa y comercial pero que en nuestra más tierna adolescencia ofició como banda sonora de nuestro primer amor o al oler aquel cálido y reconfortante aroma a pan tostado que nos transporta automáticamente a la infancia, a las meriendas con la abuela después del colegio, a aquella ilimitada felicidad pueril.
Lo que duele entonces, es ese sabor de ya no ser, la certeza de que el tiempo pasó como un vendaval, arrasando con la ligereza y la fluidez con la que vivíamos antaño y dejándonos solamente esa leve sensación de alegría que apenas entibia nuestra alma, como el sol en una mañana de otoño, cuando cumplimos años, nos vamos de vacaciones o nos visita un amigo.
 Lo que añoramos es la pérdida de la capacidad de sentirnos intensamente felices.

Otras veces la angustia se aloja en el centro del pecho, presionándolo, como un puñado de guijarros que alguna vez fueron sentimientos. Nos agobia desde que nos despertamos hasta que volvemos a apoyar la cabeza en la almohada para intentar, al menos por unas horas, sosegar el dolor profundo  de una separación, una muerte o un engaño,  en un despliegue onírico donde finalmente, la tristeza siempre terminará haciéndose presente.
Entonces lloramos sin dejar ni uno de nuestros músculos faciales en distensión; la respiración se nos entrecorta como si hubiésemos corrido una maratón; no podemos hablar y, tal vez, sobreviene la necesidad de golpear o romper algo o de abrazarse fuertemente a quien tenemos cerca para luego seguir llorando con más intensidad.
Duele, así, la absoluta e inexpugnable determinación de lo que fue y no será jamás de otra manera, lo irreversible de la situación. Fue y no hay vuelta que darle.
Ya no añoramos la perdida de la capacidad de sentirnos intensamente felices, ahora lo terrible, lo que lastima es el aniquilamiento de toda esperanza y la inutilidad de la melancolía. Nos sentimos desamparados, sabiendo que aquello a lo que nos aferrábamos no mutó sino que ya no existe.

En ocasiones, la tristeza no está atada al pasado, si no al presente. Y aquí es cuando entra en juego la frustración. Frustración por nuestro trabajo, nuestro salario, nuestra pareja o simplemente, por nosotros mismos. Podríamos haber logrado algo mejor, pensamos. Pero no. Quedamos inmersos en ese espacio intermedio entre lo que hubiéramos querido que sea y lo que no es.
Entonces la angustia se empasta con el enojo y nos queda en la boca el sabor amargo del fracaso. Nos lamentamos, puteamos, le reducimos al mínimo el nivel de energía destinada a aquello que nos inconforma, pero seguimos en el baile. Aunque bailemos con la más fea.
Duele, así, la incapacidad de cambiar lo que tenemos o lo que somos, de no sentirnos dueños ni siquiera del momento más seguro y activo que tenemos: el presente.

Hay tantas maneras de vivir la tristeza como personas en el mundo. Para algunos es momentánea. Para otros, una compañera de existencia que hace carne en cada instante, en cada experiencia. Lo cierto, es que siempre estará ahí, dispuesta a  aparecer con mayor frecuencia  que la alegría, porque como reza el viejo proverbio todos nacemos llorando y nadie se muere riendo.




Saturday, March 29, 2014

El Cepo

La luna y el sol compartían el cielo en aquel instante, como por error, o falla en la sincronización. Pero nada de eso era evidente detrás de la pesada capa gris de nubes.

Desde la ventana de la biblioteca, un estudiante observaba a una paloma sobre uno de los capiteles de concreto. Una de sus patas estaba recubierta de cemento y tenía incrustado un pequeño canto rodado. Los azares de la ciudad le habían jugado una mala pasada. Posarse sobre una preparación de cemento, o una vereda recién arreglada. No perdona las menores distracciones, y ejerce el destino sin método ni justicia.

A él le causaban gracia sus esfuerzos por no distraerse. Como si aquello fuera una mera cuestión administrativa del intelecto. Tenía bien claro acerca de la importancia y, peor aún, de las consecuencias de su flojera. Ponía su mente en blanco y se sentenciaba. La mente entraba en esas líneas, seguía esos renglones como andariveles. Concentrado en su propio estado de concentración, seguía y avanzaba indolente a través de las páginas de un escrito que a penas si estaba descifrando. Pero persistía, a la espera de poder finalmente sumergirse, ignorar a la paloma doliente o aquel zumbido proveniente de la luz de tubo vieja y expirada.

"Cuando termine todo esto me voy a dar un gusto", se decía intentando de sobornarse a sí mismo. Y ahora la lluvia, gotas finas que se estrellaban contra la ventada en un sonido seco. Utilizaba cada elemento del ambiente para intentar disciplinarse. Hojeaba el libro hacia adelante y con un lápiz hacía un círculo alrededor del número de página."Cuando termine este chaparrón, tengo que haber progresa hasta esta marca". Pero ahora la paloma raspaba su propia garra contra el cemento, escandaloso intento de deshacerse de su cepo de cal. No podría volar, pensaba él. Pero si ese fuera el caso, como llegó hasta ahí. Estos capiteles se terminaron de construir hace años. ¿Cómo diablos terminó esa paloma ahí?

Las ventanas no tenían aberturas, descartando así el acto piadoso. Siempre ignoró, sino detestó,
el destino de las palomas. Pero aquella mirada vacía -de perfil- era un indicio. A veces recordaba que solía jugar con las ramas de los árboles, evitar pisar las líneas entre las baldosas, o mirar el camino de las hormigas. Un día sin nombre comenzamos a ignorar esos rituales. Su concentración empezaba perder sentido y la paloma triste, esperaba su muerte sentada sobre el capital. Miraba por la ventana a los hombres en sus tareas.

Friday, March 28, 2014

Toolbox: Jorge Varlotta

“Es un error buscar fuentes exclusivamente literarias para la literatura, como si un fabricante de quesos tuviera que alimentarse exclusivamente de quesos”

Mario Levrero
(en un entrevista en 2002)

Manual de Economía



“El control se ejerce a corto plazo y mediante una rotación rápida, aunque también de forma continua e ilimitada. El hombre ya no está encerrado sino endeudado. Sin dudas, una constante del capitalismo sigue siendo la extrema miseria de las tres cuartas partes de la humanidad, demasiado pobres para endeudarlas, demasiado numerosas para encerrarlas”.
Gilles Deleuze “Conversaciones”


“Los ricos solucionan todo comprando y los pobres, endeudándose”.
Juan José Saer, “La grande”




Tarjeta de crédito

Toda la calle
De todas las calles
Me sacuden, me doblegan
Me obligan a comprar
más.
Soy pobre y peor aún
Voy camino a ser un endeudado.



Misterio

No sé cómo explicarlo
No habrá aporte este mes,
¿Qué hice con el dinero?
Un misterio irresuelto
Solo tengo una vida.
Y la vivo mal.



Día negro

Pareciera que el hombre debiera morir si no puede consumir.
Infelices perecen solos, sin más que un televisor o una bandera,
la cual idolatran.
Casi nunca la de una causa que lo emancipe.
Será un accidente, o una enfermedad.
El fin siempre parece más lejano de lo imaginado.
Cuando llegue ese día, la mutual, si tiene un trabajo blanco,
podrá aliviar a sus herederos,
‘Aliviar’ y ‘herederos’, si esta clasificación fuera pertinente.
Al menos unas infelices tablas de maderitas, con forma de ataúd, le serán provistos.
Al que se fue. Y a los que quedaron.



Medicina prepaga

Amanece.
Y la luz que entra por los paneles de vidrios transparentes
enceguece.
Pero ya no entrega esperanzas.
Ilumina la ventana de los consultorios externos.
Dichosos quiénes no van al hospital público.
A sufrir el calor en verano
Y el frío en invierno.



El día del trabajador

Sueño latente, somnoliento bostezar
Horas después, la pesadez se vuelve desgano.
Abre y cierra su boca, deja escapar el aliento
No más de dos segundos, y otra vez.
Torsiona la nuca hacia atrás. Y los ojos
enfrentan un apesadumbrado e incoloro techo.
Líneas transparentes, luminosas, perforan sus 
cortinas de trapo.
Se arrojan sin voluntad alguna sus lágrimas de cansancio.




Angustia silenciosa

Camina descalzo,
Mira el piso pero no lo ve.
Pisa un charco de agua verdusca.
Moscas que protestan lo fastidian.
Vienen y van. Vienen.
Chista, continúa su pesado andar. 
Piensa
en sí mismo.
  

La entrevista

El pantalón, con una raya inexpugnable.
Los zapatos radiantes de meta franela.
La camisa digna para la ocasión.
Un saco corderoy, de primera marca, de hace quince años.
Elástico vencido.
Un folio almacena la esperanza y la trayectoria de una vida.
La que merece ser contada. Una historia productiva.
Llegado el turno. Cuenta por qué está ahí.
Me comerán los ojos.
“En dos o tres días te llamamos”.




Vuelta completa

El deudor llora
cuando no tiene y compra por necesidad,
 siente culpa.
Cuando no tiene y compra por placer, el arrepentimiento será
retorno en escarnio
Cuando cobra su salario y lo destina a pagar lo que debe,
agudiza la impotencia.
Falta el dinero, ahora, 
el que tiene en su bolsillo
Ya está casi en su totalidad destinado
a cancelar lo adquirido y, no por ello,
dejar de sentirse robado.
Su ceguera no le permite avizorar el mecanismo, la trampa.
Los reflejos están vencidos, su economía real, despojada.
Tiene casi treinta días por delante, y humillado
Reincide endeudándose.




Fotocarnet

¿No se puede estar triste?
¿No se puede estar melancólico?
Debe fotografiarse en pose altiva.
No importa lo que haya en la mirada del modelo.
Un buen espíritu es el deber primario.
A los optimistas, 
el mundo les pertenece.




Crimen

Ya sabe que son nueve horas las que le demandará su trabajo.
En la profunda noche en la que todavía no es mañana, el endeudado no puede dormir.
El acreedor impersonal lo mantiene despierto.
En instantes sonará el despertador
Quince minutos antes conciliará el sueño,
Pero no podrá quedarse en la cama.

Saturday, March 22, 2014

La nada del ser




Me preguntan quién soy y no sé qué decir. Una pregunta tan sencilla, casi estúpida, cuya respuesta se escurre en mi mente como la mierda por el sumidero. Y es que me resulta, cuanto menos, impertinente hablar de mí misma; encasillarme en definiciones simplificadas para explicarme a los demás.  Definir o explicar siempre implica limitar, recortar, constreñir aunque sea, mínimamente, para que aquello que se arguye sea inteligible. Entonces, ¿cuál sería el recorte correcto que debiera hacer sobre la unidad que, en este caso, vendría a ser yo? ¿Debería sacar a relucir mis bondades y apenas dejar asomar por algún resquicio los defectos y carencias? Todo un dilema.
En este momento, más que ahondar sobre quién soy, me alcanza y sobra con saber quién ya no quiero ser.
Seguramente pensarán que tendría que ir al psicólogo y arreglar mi psique. ¡Y sí! Tienen razón. Ya iré (si los elevados honorarios del profesional y mi cada vez más deteriorada economía me lo permiten). Ya habrá tiempo de resolver, descubrir y afianzar. Por el momento, soy casi una desconocida para mí misma. No tengo en claro quién soy… y no me preocupa demasiado. Mucho menos a ustedes.

Creo que, aun habiendo hecho todo lo posible por evitarlo, he develado lo suficiente sobre mí. Porque cada palabra escrita ha sido previamente seleccionada y masticada hasta el hartazgo y cada frase, meticulosamente armada y concatenada con la siguiente.
Y aunque conscientemente me esfuerce por lo contrario, dejo en el papel, cada vez que escribo, un pedazo de aquello que creo ser o que en verdad soy pero niego o desconozco.






Who

-Do you really think that's who you are?- asked lecturing him.

-Well, not really- answered uninterested. The room was filled with cigar smoke and they have been passing the mate to each other for almost two hours.- I might know who I was or wanted to be, but... - and he couldn't finish the sentence.

-I do know that too -answered the first man- You lived almost your entire life in hometown with family and friends, and the reason why you like so much travelling is because it puts you in an odd situation where you have to figure things out by yourself, and to get to know you. That's why you are asking yourself this question. That's why you ended up in this cold city.

Indeed, it was cold. But travelling also provided him that clarity that comes only when you are far away from daily routine. And the current adventure was, by far, the biggest challenge.

-Well, while I lived back in home I studied my career, work, loved. All of them somehow connected. Even though I was warned about political science as a dead-end, when I was fifteen I saw the -greatest economical crisis, standing as a beholder. Impotent. -paused for a second to put his words together.- I felt it as personal commitment. Don't you think that defines a bit of who am I ?

He inhaled profoundly, preparing to dismiss the argument -And what have you done with that? Because as far as I remember you were also a sailing coach, construction worker, bookstore clerk for several years and that book repair thing that...

-Bookbinding-he interrupted.

-As you please. But where are the politics?- He poked him to get some answers.

-Everywhere, but a political cause is not something to die for, is something that makes us live for it -replied while scratching his hairless chin-. Think about love. Love is inherently political. Every time I felt in love, a true desire to be a better person invades me. A better person for her. I memorized poems, write, travelled long distances, and in most of the cases she didn't even knew, heard, or read what I did for her. But that's not the point of it.

While speaking, his eyes where lost in the cheesy table mat. But once done, he raised his head, saw his smile holding the laugh and the cocky look.

-Corny!-. He coughed.

-Love ain't just something that happens between two individuals. Is wider, way more complex and fulfilling than that-.

But there was no reply. Instead, he raised his shoulders. The conversation was going out of topic.

-And that´s your help when I truly ask you who am I? You know my life better than anyone...

-But you will never find out that talking to me-. He looked at him honestly. With his question still unanswered, he grabbed his coat, gave a last look to the man sitting on the table and left without his keys. He won't see him again.

Saturday, March 15, 2014

Toolbox: Siete sonetos medicinales, por Almafuerte

¡Avanti!

Para Don Félix J. Tettamanti

Si te postran diez veces te levantas
Otras diez, otras cien, otras quinientas...
No han de ser tus caídas tan violentas
Ni tampoco, por ley, han de ser tantas.


Con el hambre genial con que las plantas
Asimilan el humus avarientas,
Deglutiendo el rencor de las afrentas
Se formaron los santos y las santas.


Obsesión casi asnal, para ser fuerte,
Nada más necesita la criatura,
Y en cualquier infeliz se me figura
Que se rompen las garras de la suerte...


¡Todos los incurables tienen cura
Cinco segundos antes de la muerte!


¡Piú avanti!

No te des por vencido, ni aun vencido,
No te sientas esclavo, ni aun esclavo;
Trémulo de pavor, piénsate bravo,
Y arremete feroz, ya mal herido.


Ten el tesón del clavo enmohecido,
Que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo;
No la cobarde intrepidez del pavo
Que amaina su plumaje al primer ruido.


Procede como Dios que nunca llora,
O como Lucifer, que nunca reza,
O como el robledal, cuya grandeza
Necesita del agua y no la implora...


¡Que muerda y vocifere vengadora,
Ya rodando en el polvo tu cabeza!


¡Molto piú avanti!

Los que vierten sus lágrimas amantes
Sobre las penas que no son sus penas;
Los que olvidan el son de sus cadenas,
Para limar las de los otros antes;


Los que van por el mundo delirantes,
Repartiendo su amor a manos llenas,
Caen, bajo el peso de sus obras buenas
Sucios, enfermos, trágicos..., ¡sobrantes!


¡Ah! ¡Nunca quieras remediar entuertos!
¡Nunca sigas impulsos compasivos!
¡Ten los garfios del odio siempre activos,
Y los ojos del Juez siempre despiertos!...


¡Y al echarte en la caja de los muertos,
Menosprecia los llantos de los vivos!


¡Molto piú avanti ancora!

El mundo miserable es un estrado
Donde todo es estólido y fingido,
Donde cada anfitrión guarda escondido
Su verdadero ser, tras el tocado.


No digas tu verdad ni al más amado;
No demuestres temor ni al más temido;
No creas que jamás te hayan querido
Por más besos de amor que te hayan dado.


Mira cómo la nieve se deslíe
Sin que apostrofe al sol su labio yerto,
Cómo ansía las nubes el desierto
Sin que a ninguno su ansiedad confíe...


¡Trema como el Infierno; pero ríe!
¡Vive la vida plena, pero muerto!


¡Moltissimo piú avanti ancora!

Si en vez de las estúpidas panteras
Y los férreos estúpidos leones,
Encerrasen dos flacos mocetones
En esa frágil cárcel de las fieras,


No habrían de yacer noches enteras
En el blando pajar de sus colchones,
Sin esperanzas ya, sin reacciones
Lo mismo que dos plácidos horteras;


Cual Napoleones pensativos, graves,
No como el tigre sanguinario y maula,
Escrutarían palmo a palmo su aula,
Buscando las rendijas, no las llaves...


¡Seas el que tú seas, ya lo sabes:
A escrutar las rendijas de tu jaula!


¡Vera violetta!

En pos de su nivel se lanza el río
Por el gran desnivel de los breñales;
El aire es vendaval, y hay vendavales
Por la ley del no-fin, del no-vacío;


La más hermosa espiga del estío
No sueña con el pan en los trigales;
El más noble panal de los panales
No declaró jamás: Yo no soy mío.


Y el sol, el padre sol, el raudo foco
Que fomenta la vida en la Natura,
Por fecundar los polos no se apura,
Ni se desvía un ápice tampoco...


¡Todo lo alcanzarás, solemne loco,
Siempre que lo permita tu estatura!


La yapa

Como una sola estrella no es el cielo,
Ni una gota que salta, el Océano
Ni una falange rígida, la mano,
Ni una brizna de paja, el santo suelo:


Tu gimnasia de cárcel no es el vuelo,
El sublime tramonto soberano,
Ni nunca podrá ser anhelo humano
Tu miserable, personal anhelo.


¿Qué saben de lo eterno las esperas:
De las borrascas de la mar, la gota
De puñetazos, la falange rota;
De harina y pan, la paja de las eras?


¡Detente! por piedad, pluma, no quieras
Que abandone sus armas el ilota!


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Encuentro estos sonetos fascinantes por diferentes motivos. Leída hoy, la obra de Almafuerte me sienta a menudo chocante. Los siete sonetos desnudan un lento camino hacía la desesperanza y una vuelta a travez de la afirmación del hombre como ser finito pero aún así potente (porque -por otro lado- es lo único a lo que podemos aspirar).

En los primeros tres sonetos viaja de la adversidad hacia la desesperación y el menosprecio al ser humano. Hacia un individualismo egoísta ( ¡Y al echarte en la caja de los muertos, /Menosprecia los llantos de los vivos!). En la segunda mitad, recupera su Fe, pero en el hombre. No pierde su egoísmo, sino que se reconcilia con el hombre al conocer sus reales dimensiones. Quizás ahí haya sido cuando se le dio por pensar en Dios.

En fin, quizás parezcan un poco llanos estos sonetos, pero yo siempre los disfruté. Más aún, me recuerdan al penoso y desesperante ejercicio de escribir


Vivir es hacer, reflexión personal

El matecito a la mañana no me lo quita nadie. Ni aún estando en Canadá. Pero esta segunda crisis existencial, la es mas desesperante que la primera. Porque cuando somos adolescentes, existe la certeza de no saber qué es lo que queremos. Es eso mismo lo que la gente espera de un muchacho de unos 16 años que a penas si puede crecer una pelusa en la pera. Pero en este presente de incertidumbre y código htlm, es muy posible que uno mantenga esa incertidumbre sobre la vida aún superados los 25 años. Y sin siquiera una barba decente.

Hace unos meses escribí acerca de lo que significa encontrar nuestra pasión en la vida (Find your passion, yeah sure...) y esta quizás sea una contracara más pesimista, no por ello menos humana. Hay un dilema interno entre la necesidad de encontrar cierta claridad respecto al camino a seguir y la urgencia de dejar de perder el tiempo y ponerse manos a la obra. Pero...   ¿¡cuál obra?!

Sucede que mi mente tiene cierta creatividad a la hora de comenzar proyectos, pero le falta la persistencia y perspicacia para llevarlos adelante y ser exitoso. He sido muchas cosas en los últimos diez años que me apartan de mi graduación secundaria. Pero más personajes terminados, estos son fantasmas que me reclaman su atención en los momentos de reflexión. Allí está mi taller de encuadernación, mi título de licenciado, mis ansias de viajar, de escribir, mi proyecto cervecero, siguen firmas.
Buscar claridad en los lugares equivocados: un paso indispensable

Luego vienen esas reuniones con los compañeros del secundario y descubrimos que nuestra primera noviecita se casó y espera una hija, que un compañero comenzó un exitoso emprendimiento, otro que sigue una carrera en una empresa, algún que otro perdido como vos,
pero es lo de menos. Hay una falsa envidia hacia aquellos que lucen confiados siguiendo el camino que eligieron, o el que les tocó. No todos deben estar conformes, pero el momentum de depresión vocacional me tuerce. Ninguno de sus caminos me sirve para ser feliz. Se confirma la noción de lo inútil que es la envidia.

Quizás me haga falta el valor para enfrentar algunas de los desafíos que necesariamente vienen en el camino de mis anhelos. Una bruma que no me deja ver el camino, y al no verlo me rehúso a caminar lleno de incertidumbre hacia la esa bruma. Pero el hecho de no ver las cosas no quiere decir que no estén ahí.  ¿Me hace falta dar un salto de Fe? Hacía dónde hay que saltar para darlo?

La primera mentira



Cargo hace siglos en mi espalda
el peso de históricas mentiras
condenada al exilio del Edén
Por pecadora, rebelde y corrompida.

Quizá se halle entre las causas,
la malicia y la envidia masculina
por ser yo quien guarda en su vientre
el mágico poder de crear vida.

Fue así que me encerraron en la casa,
engrillada al marido y la familia
Y para afianzarse en su sentencia
Alegaron, raciocinio no tenía.

Hoy decidí liberarme,
estalla mi pecho en rebeldía,
saldré a conquistar el mundo
tal como yo lo decida.

De a poco abriré las alas,
como lo hacen al calor las golondrinas,
volaré por los cielos de prejuicios
y al llegar al lugar donde se abrigan
mis sueños de mujer emancipada,
entonces volveré a ser mía.





Friday, March 14, 2014

Toolbox: My Favourite artisic advice

El espacio Toolbox (Caja de herramientas) tiene el único propósito de compartir todas las fuentes y recortes que encontremos y que sean algún tipo de aporte a la creatividad y la escritura. Se acepta todo tipo de aporte que pueda ser publicado en el blog (Cartas, dibujos, videos, fotos, canciones, sonidos).

Como primer aporte, uno de los trabajos de Lev Yilmaz de su ciclo "Tales of Mere existence" (Cuentos de la mera existencia). 

Mi consejo artístico favorito: Basado en una carta escrita por la artista Sol LeWitt para Eva Hesse, con algunas alteraciones de Lev Yilmaz.


No conseguí los subtítulos, aunque prometo seguir buscando o eventualmente hacerlos por mano propia. Hay cantidad de excelentes videos suyos en la web, muchos de ellos con subtítulos en español.

Saturday, March 8, 2014

El grito

Merece morir aquel que no haya sentido que su mundo actual es un fraude.

Al menos una vez.

El presente sin salida. El despojo y la rutina. Cíclico.

Una pared sin puertas.

Pero tampoco un espacio o un tiempo detrás de esa  puerta, que no existe.

Una dulce clemencia, la libertad.

Me podría cortar la pija para librarme de desear. O dormirme antes de ser salvado.

La forma imprecisa del deseo. Y sentir que respiramos allí.

Nuevas angustias que suplantan a las olvidadas. Las que se hacen soportables precipitan.

Ser libre consiste en no resignarse. Aunque aquello nos cueste la libertad.

Los desterrados hijos de Eva

(Habitación pequeña con muros pintados color tabaco. Una tenue luz expelida por una ruinosa lámpara colgante, ambienta la alcoba en cuyo centro se ubica la cama de dos plazas. Allí, un hombre y una mujer desnudos conversan animosamente después del acto sexual. Se nota en sus gestos y en sus miradas cómplices que se conocen hace tiempo)

-Yo empecé en el negocio hace 20 años. Es lo único que sé hacer.
Desde muy chica arranqué, porque había que comer y el viejo se gastaba la guita en chupi. Así que ahí nomás, a los dieciséis ya estaba en la lleca.
(Nostálgica) Era una mocosa re bonita yo. Porque vos ahora me ves así, pero no sabes lo que era. Una muñeca. (Pausa)
Mi prima La Coca, que laburaba en la ruta desde hacía rato, me inició en esto. Me dijo que iba a sacar algún cobre y que así iba a poder vivir. Lo pensé un poco y bueno, le dije que sí. Al principio tenía miedo pero después te acostumbrás, como todo en la vida.
Entonces agarré una noche, me fui al cruce con La Coca y ahí me levantó un camionero. Esa fue la primera vez, allá en Formosa. Como a los 25 me vine para Buenos Aires y acá me quedé. (Silencio)
Las que pasé yo. Si te cuento, no termino más. En este oficio conocés de todo. Imagináte la de pijas que habré visto en mi vida. Largas, cortas, gordas, flacas… de todo tipo. (Risas) Que se yo, no me quejo. Hay que darle para adelante y apechugar como dicen, viste. Bancarse la que venga.
Bah, me imagino que en tu laburo también debés escuchar cada cosa... Che, contáme, ¿y a vos, con todos los oficios que hay… qué se te dio por hacerte cura?-.




Saturday, March 1, 2014

Los afirmadores de historias

No mucho tiempo atrás, perdido en el los límites entre Parque Patricios y Boedo, aún vivía el último afirmador de historias (en desuso). Una especie condenada a la extinción y desprestigiada por los activistas por los derechos humanos. Pero en los albores de la sociedad, los afirmadores de historias fueron eminentes individuos.

Su tarea era sencilla en virtud de sus poderes. Eran descendientes de la tradición del relato oral épico. Al igual que Homero, su identidad era nebulosa, cuando no anónima. Pero sus cantos y relatos eran recordados por la peculiar capacidad de convertirse en un hecho verídico en el momento de su narración. Se decía que ninguno de sus relatos podría finalizar sin que aconteciera al menos una muerte. Y también se decía que siempre cumplían con sus altos estándares de calidad literaria y precisión homicida. De allí que luego de llamarse cantores por siglos, la plebe los comenzó a señalar como los Afirmadores de historias.

No eran artistas de público multitudinario. Más bien se debían a un magro conjunto siempre irregular y disperso de personas que no tenían mayor interés que la curiosidad. En su mayoría ignoraban las consecuencias del relato, pero algunos crédulos o bien informados solían entrar en pánico al escuchar mencionado el nombre de alguna calle de su barrio, de un vecino o el suyo. El orador no respetaba ética alguna, no se lo debía a nadie. Su tarea era literaria y no necesariamente justa. En la antigua Grecia, los escritores de obras teatrales eran quienes tenían a su cargo la instrucción moral y pedagógica. Los cantores se avocaban a relatos populares y casi siempre sangrientos. Muchas personas intentaron de persuadirlos de narrar historias que les convinieran, pero su falta de ética era total. Ignoraban toda distracción que los desviara de su tarea artística. Se dice que un cantor escuchó la historia de de una mujer abandonando a su recién nacido en las calles de Nantes, y él mismo continuó narrando la historia de cuando un carruaje aplastó el cráneo del recién nacido. A la mujer le deparó una vida larga y prosperidad modesta.

De sus relatos casi nada ha quedados. Crónicas policiales pobremente escritas y libros de historia que no se comparan con aquellos excelentes y efímeros relatos. Existieron densos registros de algunos relatos que fueron guardados en la antigua Biblioteca de Alejandría, y posteriormente incendiados por decisión el emperador Omán en el relato de un cantor persa anónimo. De aquel lugar sólo escaparon hacia la divulgación dos relatos del genial Homero: el cantor de las guerras cretenses. Pero nada más.

Las muertes de hoy se perpetran con mayor precisión e inversa cualidad poética. Los afirmadores de historias fueron descubiertos uno a uno a partir de la invención de la imprenta y los medios de comunicación. Aún temidos, nunca utilizaron sus relatos para deshacerse de los ejecutores. Algunos aún permanecen, como poetas depuestos, a la espera de un nuevo tiempo literario.