Sunday, May 25, 2014

Carta para Cleto

Hoy buscaba escribir algo,
la inspiración estaba esquiva
Cleto te dejo esta carta,
en forma de poesía.

Había empezado una historia
sobre la esposa del suicida,
quería seguir otro cuento
pero resultó una porquería.

Puse la mente en blanco
para ver si una idea se caía.
Llevo ya casi dos horas,
y la hoja sigue vacía.

Para la próxima querido,
pongámonos una consigna,
la que quieras, yo me adapto
a cualquier cosa que decidas.

También quería contarte,
que empiezo un taller con Battista,
la primera clase es el martes,
sobre lo que escribir significa.

De paso aprovecho el momento,
Para ponerte un poco al día,
Se descompensó el Niño Jefe
Por razones desconocidas.

Parece que no fue grave
Pero tuvo que estar en la clínica
Haciéndose varios estudios,
Con todo lo que eso implica.

Espero que estés muy bien,
Y pronto tu pierna mejore
Ni se te ocurra correr,
Ya no estás para esos trotes.

Me voy despidiendo querido,
Que se está haciendo muy largo
Cuándo volvés por estos pagos,
Te estamos esperando.

Te mando un beso grande,
Hablamos por whatsapp
Espero te guste la carta,

Te dejo, me voy a bañar.

Wednesday, May 21, 2014

en tránsito

"Un amor real es como vivir en aeropuertos"
Charly García & Pedro Aznar

Cuando miro a través del tiempo y siento aquellos pasados convocados y extintos, no dejo de pensar en aeropuertos. Lugares limpios y educados, dominios difusos, carentes de nación.
Mi pecho se oprime al entrar por aquellos espacios restrictos, exclusivos. Los pasillos que discriminan viajeros de los otros, los pasillos que distribuyen destinos y fortunas. El aeropuerto es una gran cinta procesadora de saltos al vacío.

Las luces fluorescentes borran mi sombra, y solo dejan un vaho borroso que apenas se separa de mis pies. Contra mi pierna, una modesta mochila y, en frente, la compuerta.
Viajar es distinto a vacacionar. Un turista no es lo mismo que un viajero. El sentido último de andar en busca de algo que no se puede encontrar en el hogar es bien distinto de la mera idea de dedicar unos días al reposo del cuerpo en preparación al año que se avecina. Cuando viajo me sumerjo, mis emociones se agitan. Feliz y vulnerable a la vez. Viajar es una tarea emocional, ejercicio del tener miedo, gimnasia de la adrenalina. Un aeropuerto es por definición un destino perenne y efímero a la vez. Bien entendido, el aeropuerto es un espacio de reflexiones peligrosas.

Frente a la compuerta, los asientos son especialmente diseñados para ser incómodos. Y siempre un ventanal para apreciar la pista. El lugar del salto al vacío, de la caída hacia arriba. No se puede leer. La inquietud inunda y la espera es una tarea fundamental para la existencia del aeropuerto. Me ocurre que tengo una suma generosa de tiempo para invertir en absolutamente nada. No hay que ser eficiente, no hay tareas. Solo esperar. Vivir así me recuerda que yo debería ser un niño todavía, con nada en concreto por hacer, todo por explorar. Miedo de las cosas que nos dan miedo. Se me ocurre que en algún momento la vida renuncia a este estrés de la incertidumbre, se arrima a una orilla mansa y predecible.

Al igual que todas nuestras decisiones, el viaje es una fatalidad irreversible. En mi cabeza resuena Jack Kerouac. Nothing behind me, everything ahead of me, as is ever so on the road. Llaman por el parlante hacia mi compuerta. Mientras en fila espero, me pregunto cuántos sellos tendrá mi pasaporte cuando me toque dejar de viajar para siempre.

Friday, May 2, 2014

El último beso


Tenía el sabor agridulce de la pronta nostalgia, de un hasta luego que sería eterno. El cálido contacto de sus labios desentonaba con el gélido invierno que se respiraba fuera y se filtraba por las rendijas de ventanas y puertas.
Miró a su alrededor, escudriñando palmo a palmo el recinto. En la mesa más cercana, un grupo de mujeres bebía cerveza mientras contaban, jocosas, sus anécdotas de juventud. Más allá, un hombre sólo, joven y bastante apuesto, leía el suplemento deportivo del diario. El mozo se movía, veloz, tomando y sirviendo los pedidos, cargando bandejas con platos, vasos y sobras; recibiendo la propina de uno y llevando la cuenta a otro. Cercano a la puerta de acceso, un matrimonio y sus dos hijos adolescentes elegían con parsimonia una buena ubicación frente al televisor. En la barra, un viejo comía parado una porción de napolitana con moscato.
Demasiado alboroto. Volvió casi instintivamente la vista hacia él. Allí estaba, firme como siempre consumiéndose en la espera. Sabía que el adiós era inminente. Todos se lo habían aconsejado.
Se detuvo un momento para mirar el esmalte saltado de sus uñas y pensó que pintárselas sería una buena actividad para distraer la mente de la acosadora ansiedad que la invadiría. Porque después de todo la vida sigue, a pesar de…
Volvió a mirarlo por última vez, quería disfrutarlo con todos sus sentidos. Respiró profundamente para sentir en lo más hondo de sus fosas su rutinario perfume.
Lo tomó con su mano derecha y lo estrechó, doblándolo, contra el cenicero.

Allá va el último cigarrillo de tu vida- se dijo.