Friday, May 2, 2014

El último beso


Tenía el sabor agridulce de la pronta nostalgia, de un hasta luego que sería eterno. El cálido contacto de sus labios desentonaba con el gélido invierno que se respiraba fuera y se filtraba por las rendijas de ventanas y puertas.
Miró a su alrededor, escudriñando palmo a palmo el recinto. En la mesa más cercana, un grupo de mujeres bebía cerveza mientras contaban, jocosas, sus anécdotas de juventud. Más allá, un hombre sólo, joven y bastante apuesto, leía el suplemento deportivo del diario. El mozo se movía, veloz, tomando y sirviendo los pedidos, cargando bandejas con platos, vasos y sobras; recibiendo la propina de uno y llevando la cuenta a otro. Cercano a la puerta de acceso, un matrimonio y sus dos hijos adolescentes elegían con parsimonia una buena ubicación frente al televisor. En la barra, un viejo comía parado una porción de napolitana con moscato.
Demasiado alboroto. Volvió casi instintivamente la vista hacia él. Allí estaba, firme como siempre consumiéndose en la espera. Sabía que el adiós era inminente. Todos se lo habían aconsejado.
Se detuvo un momento para mirar el esmalte saltado de sus uñas y pensó que pintárselas sería una buena actividad para distraer la mente de la acosadora ansiedad que la invadiría. Porque después de todo la vida sigue, a pesar de…
Volvió a mirarlo por última vez, quería disfrutarlo con todos sus sentidos. Respiró profundamente para sentir en lo más hondo de sus fosas su rutinario perfume.
Lo tomó con su mano derecha y lo estrechó, doblándolo, contra el cenicero.

Allá va el último cigarrillo de tu vida- se dijo.

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